Esta mañana, nos pusimos a hacer las maletas para irnos de
viaje, nos vamos fuera unos días aprovechando la Semana Santa, pusimos las
maletas encima de la cama y Ella se puso a llenarlas y colocar las cosas,
llevaba puesto un vaquero ceñido que al agacharse para recoger ropa de los
cajones me dejaba ver las tiras del tanga negro que llevaba puesto, y me estaba
poniendo a cien. Por supuesto que no es la primera vez que veo el tanga de mi
chica, pero eso no quiere decir que no me siga poniendo cachondo como el primer
día.
Me acerqué a Ella, en esos momentos, creo que mi erección
era patente a todas todas… la cogí por detrás por la cintura y la atraje
suavemente hacía mí. No se resistió. En ese momento ya tuvo que notar mi verga,
totalmente tiesa… sin más demora bajé mi mano y la posé en su excitante trasero,
y volví a atraerla hacía mí… ella ya empezó a excitarse como yo… busqué su boca
con mis labios, y nos besamos, apasionadamente, mezclamos nuestras lenguas. Sin
dejar de besarla, empecé a desabrocharle sus pantalones y se los bajé, dejando
al aire su culo impresionante. Mis manos
gozaron de su culo en toda su amplitud.
Le acaricié los labios de su vagina con mis dedos, y mis
manos se deslizaron, por debajo de su ceñido jersey, hacia sus más que deseadas
tetas, comencé a pellizcarle suavemente esos pezones, que en esos momentos se
encontraban duros, y muy tiesos. Me entretuve largamente sobando esos hermosos
pechos, Ella no paraba de gemir, suspirar y jadear suavemente.
Le dí la vuelta sin dejar de manosear todo su cuerpo y de un
empujoncito suave hice que se apoyara en la cama.
La imagen era la siguiente, Ella de pie con las manos
apoyadas en la cama, con los zapatos de tacón puestos, los pantalones bajados,
el tanga en su sitio, ligeramente ladeado, el jersey levantado en su parte
delantera, mostrando sus dos generosas tetas con sus más que ardientes pezones,
la espalda arqueada, sus ojos entrecerrados, y su boca jadeante, suplicante. La
chupé y la sobé sin tregua, las tetas, el trasero, el trasero, las piernas, su
vagina, introduciendo mi lengua hasta lo más profundo, jugando, mordisqueando
su clítoris.
- ¿Que me vas a hacer Cariño?, me susurró suave y
lascivamente.
- Chúpamela, le dije.
Escuché un simple, ‘Sí’, que repitió varias veces con la
respiración entrecortada, mientras con su lengua recorría mis huevos, cogí mi
miembro con las manos y lo introduje entre sus labios. Lo aceptó con gran
excitación, placer y calentura.
Empezó a chupar muy enérgicamente. Reconozco que es algo que
me da mucho morbo hacer, sujetar a mi niña por los cabellos, y empujar suavemente
su cabeza hacia mi pene, follarle despacio la boca y así lo hice, y eso a Ella
también la excita y se estaba poniendo todavía más caliente. Me estaba poniendo
a mil, contemplar su cara, que a su vez, me miraba viciosa, mientras hambrienta, me la comía. Fue una mamada
maravillosa, pero no permití que terminar, porque casi me hace correrme en su
boquita.
Saqué mi pene de entre sus labios, y la ayudé a levantarse,
la situé exactamente en la misma posición, en pie, apoyada con las manos en la cama,
deslicé su tanga hacia abajo, y empecé a lamer, a chupar, a comerla entera,
entre las piernas, el culo, su ano, su vagina estaba completamente mojada,
chorreaba… y no paraba de gemir y de
jadear.
- Te voy a follar, le dije.
Mi polla estaba tiesa y dura como un bastón y la penetré de
un solo y enérgico empujón.
Empecé a bombear muy fuerte, muy rápido, Ella no paraba de
gemir, cada vez más fuerte, me pedía más y más, yo deslizaba mis manos hacia
sus pechos y mientras me la follaba, no paraba de sobarle las tetas y pellizcar
sus pezones, estábamos ambos disfrutando, sin duda, de un polvo increíble.
En la cima de la excitación, introduje un dedo suavemente en
su ano y eso aumentó sus gemidos, así es que seguí jugando con su hermoso culo…
A Ella la excitaba aquello, si cabe todavía más, cada vez
que metía un dedo en su ano, gemía y jadeaba más… así que saqué mi pene, y apunté con mi glande
hacia su agujerito, se dejó caer
completamente sobre la cama, y con ambas manos se abrió las nalgas.
Después de un par de empujoncitos suaves para ir abriendo el
camino, penetré con mi glande extremamente duro, ese culito que me vuelve completamente
loco y que me pone tan cachondo.
Ella suspiró, así que poco a poco, mi ritmo se acrecentó,
mientras la enculaba, jugué con su clítoris, y empezó a gemir y gozar de placer
mostrando generosamente cuanto gusto le estaba dando. Al poco, me incorporé, y le pedí que se
pusiera a 4 patas, la sujeté firmemente por las caderas y empecé a empujar con mucha
más fuerza y movimientos acompasados… no
paraba de gemir, de gritar… de pedir más y más… y continuó teniendo orgasmos
encadenados hasta que ya no pude mas y terminé corriéndome salvajemente en el
interior de su ano.
Cuando terminamos todo esto y recomponernos y hacer las maletas, había pasado un largo rato.
Ahora… estamos saliendo de Madrid pero en medio de un
importante atasco…
Ella y Él.